El tamaño y la fuerza actuales no se han alcanzado fácilmente. Hemos cometido errores, pero esperamos haber aprendido de nuestros errores y a través de los años hemos formulado políticas para llevar a cabo nuestros objetivos y evitar retrocesos.
Cuando nació nuestra Federación, se adoptó una constitución muy vaga y poco precisa con pocas directrices operativas. Las mismas personas fueron elegidas y reelegidas y se mantuvieron en el cargo año tras año. Se celebraron convenciones todos los años, siempre que fue conveniente, ya sea en Europa o en América, prestando poca atención a las consideraciones regionales o a la distribución geográfica.
A medida que el número de miembros crecía y se expandía a las partes más alejadas del mundo, las convenciones anuales se convirtieron en una imposibilidad financiera y se adoptó una política de convenciones bienales, que se celebraban en el país del actual presidente. También se hizo evidente para nuestros miembros pioneros que no podíamos mantener una membresía tan diversa a menos que también adoptáramos una política de rotación de funcionarios y convenciones por regiones, y que nuestra constitución debía ser revisada.
1958 - Se nombró un comité para volver a redactar la Constitución
En 1958 elegimos a nuestro primer presidente asiática, JOSEFINA PHODACA-AMBROSIO de Filipinas y se nombró un comité para redactar de nuevo la constitución.
1960 - Se establece una Política posterior
En la primera convención asiática celebrada en 1960 en Manila, se estableció la política ulterior, tras un prolongado y acalorado debate, de no poder elegir un presidente ni celebrar una convención en un país con un historial desagradable de violaciones de los derechos humanos. Nuestros miembros adoptaron la posición de que no honrarían a tal país confiriendo la presidencia a uno de sus ciudadanos, por muy popular o competente que fuera ese ciudadano, ni celebrando una convención internacional de nuestra organización, dedicada a la promoción de los derechos humanos, en un país que no mostrara ningún respeto por esos derechos. Esta política se ha seguido estrictamente desde entonces. ESTHER TALAMANTES fue entonces elegida presidenta.
En 1962 nuestra convención se celebró en Ciudad de México donde elegimos a la difunta Violeta Alva de la India como nuestra próxima presidenta.
1964 - Nuestra Constitución revisada fue adoptada
En 1964, en la convención de Nueva Delhi, se aprobó nuestra constitución revisada. En esa constitución está escrito el mandato de que las convenciones deben rotar por regiones, que un presidente no puede ser reelegido y que ningún funcionario ejecutivo puede ser elegido para el mismo cargo por más de dos períodos sucesivos. También se adoptó oficiosamente una política según la cual ningún país de ninguna región debería recibir el honor de la presidencia por segunda vez a menos que no hubiera ningún otro miembro en ningún país de esa región listo, capaz y dispuesto a aceptar la presidencia y celebrar la convención en su país.
2017 - Se estableció una nueva Constitución
En la 36ª Convención Internacional Trienal celebrada en Freeport (Bahamas) del 13 al 17 de noviembre de 2017.
La experiencia también nos ha enseñado que la rotación de la presidencia y de la convención, también debe ser ordenada y seguir un patrón específico.
Los miembros están orgullosos de sus países y son sensibles a cualquier desaire intencionado o inadvertido. Perdimos gran parte de nuestros miembros sudamericanos cuando hubo un malentendido sobre la convención que se había programado para Venezuela. Cuando empezamos a adherirnos seriamente a la política de rotación, en nuestro afán de ser justos con el tercer mundo y los países en desarrollo, pasamos por alto a Europa, con el resultado de que nuestra membresía europea se erosionó. Recuperamos algunos, pero no todos, cuando finalmente elegimos un presidente europeo y tuvimos una convención europea.
Desde 1960 hemos tenido cuatro presidentes y convenciones orientales, tres en África, dos en América del Norte, tres en América del Sur y dos en Europa.
Se debe seguir el orden regular y ninguna región puede ser desviada a menos que la propia región rechace la oportunidad de una presidenta y una convención. También hay que señalar, que si permitimos que la presidencia vaya por segunda vez a un país de una región determinada, significaría que los demás países de esa región no tendrían la oportunidad de optar a la presidencia y a una convención durante al menos otros diez años.